sábado, 23 de diciembre de 2017

¿Saturnalia o Navidad? La postura del creyente ante las festividades del año nuevo.

Bendiciones en Cristo.

Queremos hablar de un tema muy controversial en estas fechas: ¿Debe un cristiano celebrar la Navidad?

Las festividades navideñas han sido un hit comercial en las últimas décadas, el marketing y la publicidad logran hacer felices hasta a los más infelices comprando regalos y saturando sus tarjetas de crédito.

Sin embargo  a pesar de saber que todo es simple publicidad, la pregunta ha hecho que muchos hermanos se separen y que hasta se formen grupos diversos, unos en contra y otros a favor, aún así; no se ha podido aclarar para algunos la postura correcta del cristiano en estas festividades.

Por un lado los que tienen en mente promover el amor por los que no conocen a Cristo, por otro los que desean agradar a Dios sin caer en las festividades mundanas y guardar su vida sin contaminación.

Deseo con todo mi corazón que este post no sea para tí de tropiezo, sino de edificación; sin embargo sé que algunos no tomarán este post en serio, sino ambiguo lo que expongo, pero trataré de ser explícito.

Si bien es cierto que las festividades navideñas tienen más el tinte de Saturnalia (festividades romanas en honor a saturno y que tienen que ver más con el solsticio de invierno y los ciclos solares), es bien sabido que fué Constantino quién introdujo las fiestas de Nativitate alrededor del año 330 aprox. producto de su visión y haciendo un sincretismo de sus raíces paganas con el nuevo cristianismo que convenía así al imperio romano, sin embargo no fué hasta el año 350 que el papa Julio I impuso la fecha del 25 de Diciembre.

La prohibición de la navidad se remonta a aproximadamente el año 1640 cuando los Puritanos Ingleses  decidieron prohibir esta celebración, siendo mantenida en muchos grupos protestantes (Lutero y Otros reformadores continuaron con la celebración).

Aquí la cuestión es más que el origen, sino ¿Cuál es la postura del creyente ante cualquier tipo de festividad?

El creyente que ha sido regenerado en Cristo ha de entender que los días tienen  significado para algunos y para otros son iguales (Romanos 14:5), y sin embargo, nuestros días en esta tierra son como la hierba del campo (Salmo 103:15).

Entre unos días y otros, la preeminencia mayor debe ser siempre el amor, ya que éste es lo único que hace que tenga sentido  la vida cristiana (1 Corintios 13:1-3).

De nada nos sirve actuar de manera jactanciosa sobre el conocimiento del origen pagano de la navidad, si ésto no motiva a amar a quienes no lo saben o desean ignorarlo para  estar con sus familias en estas fechas.

El problema de muchos de nosotros es que condenamos lo que ya está condenado, el mundo y el pecado ya está condenado; no hemos sido puestos para condenación, sino para anunciar a Cristo crucificado por nuestros pecados, y el nacimiento de Cristo es una celebración digna de recordar, a pesar de que no haya sido un 25 de Diciembre, lo importante es que vino a este mundo a cumplir con el mandamiento del Padre.

De manera que si algunos queremos hacer caso al conocimiento acerca del origen de la navidad y deseamos no festejar, somos libres en Cristo para no celebrarla; pero eso no nos da ningún derecho a menospreciar a quien si quiere hacerlo, y si deseamos festejarla, sabiendo la libertad en Cristo; somos libres para hacerlo, sin hacer a un lado a quienes no lo festejamos.

Deseo aclarar que nosotros (en la Iglesia Cristiana Dios con Nosotros), no festejamos la navidad, pero si celebramos el nacimiento de Cristo, no prohibimos que lo celebren pero tampoco lo promovemos.

Promovemos el amor en Cristo, la unidad en la familia, promovemos el anunciar el evangelio a nuestros seres amados, promovemos que si nos invitan a cenar, a comer o a desayunar; lo hagamos para anunciar el evangelio de Aquél que vino a este mundo a Salvarnos del pecado.

Promovemos el respeto entre los amados de Cristo, a quienes Él rescató con amor por su sangre; no importa si celebran o no la navidad, si son comprados por la Preciosa Sangre de Cristo, son mis hermanos y no somos diferentes, sino miembros del mismo cuerpo.

Bendiciones.