sábado, 20 de marzo de 2021

El cristiano y la cuaresma


La Cuaresma es el tiempo litúrgico del calendario actual, donde se hacen preparativos espirituales de la fiesta de la Pascua. Se trata de 40 días de purificación e iluminación interna, celebrado en las Iglesias católicas, copta, ortodoxa, anglicana, incluyendo algunas evangélicas aunque con inicios y duraciones distintas.

Estas fiestas tienen un comienzo el Miércoles de Ceniza y termina con la celebración del Domingo de Ramos.

La Cuaresma tiene cinco domingos más el Domingo de Ramos (seis en total), en cuyas lecturas los temas de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón son dominantes. Es, por excelencia, el tiempo de conversión y penitencia del año litúrgico. Por eso, en la misa católica no se canta el Gloria en los ritos iniciales (excepto el jueves santo, en la misa de la cena del Señor, con el que inicia la Pascua o en fiestas y solemnidades: La solemnidad de San José siempre cae en Cuaresma), ni el Aleluya antes del evangelio.

El color litúrgico asociado a este período es el morado, asociado a la penitencia y el sacrificio, a excepción del cuarto domingo que se usa el rosa, mezcla de morado y blanco. El Domingo de Ramos, llamado Domingo de la Pasión se usa el color rojo por ser ya la celebración en día de precepto de la Pasión de Cristo.

La práctica de la Cuaresma data del siglo IV, cuando se da la tendencia para constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con el ejercicio del ayuno y de la abstinencia de ingesta de carne. Conservada con bastante vigor —al menos en un principio— en las iglesias de Oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma se aligeró en Occidente, aunque debe observarse un espíritu penitencial, de conversión y de oración.

(Tomado de Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Cuaresma)


Los cristianos evangélicos o protestantes sabemos que el tiempo que nuestro Señor estuvo en la tierra vivió un tiempo de humillación y preparación para su muerte y sacrificio, así que vivimos pendientes de ese sacrificio y solo dependientes de Él 

(En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. 

(Hebreos 10:10-14 RV1960)

Así que para nosotros los cristianos evangélicos o protestantes, estas fiestas carecen del valor espiritual y solo tienen un valor cultural, es decir, no desechamos que alguien continúe su tradición a no comer carne o a estar en oración durante ese periodo o a guardar ayunos, sin embargo si sostenemos que dichas practicas solo tienen un valor  histórico y tradicional, pero nunca podrán santificar a los creyentes.

Bendiciones.

Eliseo Tapia Miguel.

Pastor General




miércoles, 10 de febrero de 2021

El cristiano y la pandemia


"… Le pediré a Dios que misericordiosamente nos proteja. Luego fumigaré, ayudaré a purificar el aire, administraré la medicina y la tomaré. Me mantendré alejado de lugares y personas donde mi presencia no sea necesaria para no contaminarme, lo cual tal vez resulte en infectar y contaminar a otros y así causar su muerte como resultado de mi negligencia. Si Dios quisiera llevarme, sin duda me encontrará y he hecho lo que esperaba de mí, por lo que no soy responsable ni de mi propia muerte ni de la muerte de otros. Sin embargo, si mi prójimo me necesita, no me mantendré alejado del lugar o la persona, sino que iré libremente. Observa que esta es una fe tan temerosa de Dios porque no es presuntuosa ni imprudente y no tienta a Dios”."

tomado de la carta de Martín Lutero al pastor Johann Hess


En 1527, menos de 200 años después de que la Peste Negra matara a casi la mitad de la población de Europa, la plaga resurgió en el mismo pueblo de Lutero, Wittenberg, y en ciudades aledañas.

En su carta “Sobre si se debe huir de una plaga mortal”, el célebre reformador sopesa las responsabilidades de los ciudadanos ordinarios durante el contagio. Su consejo sirve como una guía práctica para los cristianos que enfrentan brotes de enfermedades infecciosas en la actualidad.

En primer lugar, Lutero argumentó que cualquiera que se encuentra en un rol de servicio a otros, tiene el compromiso vocacional de no huir. "Aquellos en el ministerio", escribió, “deben mantenerse firmes ante el peligro de muerte”. 

Los enfermos y desahuciados necesitan un buen pastor que los fortalezca, los consuele y les administre los sacramentos. Para evitar que les sea negada la eucaristía antes de morir. Oficiales públicos, incluyendo alcaldes y jueces, deben quedarse y mantener el orden cívico. Servidores públicos, incluyendo médicos y policías pagados por el gobierno, deben continuar con su labor profesional. Incluso los padres de familia y tutores tienen un llamado vocacional hacia sus hijos. Lutero no limitó el cuidado de los enfermos a los profesionales de la salud.

Ciudadanos laicos, sin ningún entrenamiento médico, podrían encontrarse en la situación de cuidar a los enfermos. Lutero desafía a los cristianos a ver oportunidades para atender a los enfermos como si estuvieran cuidando a Cristo mismo (Mateo 25:41-46). Del amar a Dios emerge la práctica del amor a nuestro prójimo.

(tomado de: https://www.christianitytoday.com/ct/2020/march-web-only/martin-lutero-coronavirus-cristianos-covid-19-latinoamerica.html)

Como muchos de ustedes saben, el pastor Eliseo Tapia es enfermero por vocación y profesión, lo que permite que imparta temas de salud pública  a la congregación, siendo el tema preventivo uno de los principales motivos por los que se invita a los congregantes a llevar a cabo acciones de prevención, como lo es el lavado de manos, uso de cubrebocas, uso de gel antibacterial, sanitizante, guardar la cuarentena, saludar sin contacto (sin abrazos, besos o de mano), etc.
Sabemos sin embargo, que habrá quienes malintencionadamente difundirán noticias amarillistas o noticias falsas que perturban la paz de los creyentes más nuevos o mas susceptibles, sin embargo se les invita a corroborar las fuentes y a no difundir cualquier noticia si antes no se ha verificado la fuente.

Sabemos también que una cuarentena tiene consecuencias económicas, políticas y sociales, por lo que no debe menguar nuestro carácter cristiano, sino que es cuando más debemos manifestar paciencia, paz y sobretodo templanza para con el gobierno y para con el sistema de salud.
Procuremos estar informados de las circunstancias que rodean a nuestra congregación y nuestros hermanos y estemos dispuestos a ayudar según nuestras posibilidades a los necesitados, sobre todo a los de nuestra fe en común.
DCN Iglesia Cristiana.

lunes, 25 de diciembre de 2017

El cristiano y el año nuevo




La pregunta obligada:
¿Cómo ven los cristianos el año nuevo?
¿Qué tan mala es la festividad del año nuevo en la vida cristiana?

En muchas ocasiones podemos tomar algunos versos y tratar de entenderlos  como mejor nos acomoden, sin embargo pese a eso, la pregunta sigue sin responderse.

El creyente debe entender que a juicio personal, muchos días son de importancia para el mundo y otros no tienen la menor importancia.

Por ejemplo, para algunos el día de su cumpleaños deberá ser un día en el que incluso algunos no asisten a su trabajo para quedarse en casa a festejar su cumpleaños, sin que esto marque la diferencia para otros.

Así mismo el día del año nuevo, para algunos tiene suma importancia, para otros es un día deprimente, sin embargo para el creyente todos los días deben juzgarse con mucha importancia para vivir en Cristo (Salmo 90:12).

Sobre los propósitos de año nuevo, bien pueden ser una excusa perfecta para empezar  nuevos planes, o para evaluar el avance en otras áreas, sin que esto signifique la connotación del mundo sobre los propósitos de año nuevo (Eclesiastés 11:9).

El brindis es otra costumbre que se tiene para desear felicidad y prosperidad en el año que se empieza, una motivación de buenos deseos y anhelos salidos del corazón.

El creyente firme ha de entender que sus días son como la flor del campo, y que no hay cosa mejor que  disfrutar el bien que Dios le permite en esta tierra; sin embargo debe mesurar su corazón y mantener cordura frente a los deseos que el mundo promueve en estos días de año nuevo.

Podemos desear a los demás un excelente año nuevo, sin que esto raye en la costumbre mundana de celebración del año nuevo.

Realmente para el creyente, todos los días de su vida ya están comprometidos para aquél que lo salvó (Salmo 39:4-5), no requiere hacer nuevas promesas; no requiere hacer nuevos propósitos, ya están todos sus propósitos y planes hechos en Cristo (Salmo 23:6).
En ese entender, el creyente vive su día a día en la fe del Hijo de Dios (Gálatas 2:20).

Quiera Dios que  aprendamos a vivir de esa forma que le agrademos, quitando de nosotros nuestra religiosidad y nuestras obras de hombre para dar paso a su voluntad.

Bendiciones.



sábado, 23 de diciembre de 2017

¿Saturnalia o Navidad? La postura del creyente ante las festividades del año nuevo.

Bendiciones en Cristo.

Queremos hablar de un tema muy controversial en estas fechas: ¿Debe un cristiano celebrar la Navidad?

Las festividades navideñas han sido un hit comercial en las últimas décadas, el marketing y la publicidad logran hacer felices hasta a los más infelices comprando regalos y saturando sus tarjetas de crédito.

Sin embargo  a pesar de saber que todo es simple publicidad, la pregunta ha hecho que muchos hermanos se separen y que hasta se formen grupos diversos, unos en contra y otros a favor, aún así; no se ha podido aclarar para algunos la postura correcta del cristiano en estas festividades.

Por un lado los que tienen en mente promover el amor por los que no conocen a Cristo, por otro los que desean agradar a Dios sin caer en las festividades mundanas y guardar su vida sin contaminación.

Deseo con todo mi corazón que este post no sea para tí de tropiezo, sino de edificación; sin embargo sé que algunos no tomarán este post en serio, sino ambiguo lo que expongo, pero trataré de ser explícito.

Si bien es cierto que las festividades navideñas tienen más el tinte de Saturnalia (festividades romanas en honor a saturno y que tienen que ver más con el solsticio de invierno y los ciclos solares), es bien sabido que fué Constantino quién introdujo las fiestas de Nativitate alrededor del año 330 aprox. producto de su visión y haciendo un sincretismo de sus raíces paganas con el nuevo cristianismo que convenía así al imperio romano, sin embargo no fué hasta el año 350 que el papa Julio I impuso la fecha del 25 de Diciembre.

La prohibición de la navidad se remonta a aproximadamente el año 1640 cuando los Puritanos Ingleses  decidieron prohibir esta celebración, siendo mantenida en muchos grupos protestantes (Lutero y Otros reformadores continuaron con la celebración).

Aquí la cuestión es más que el origen, sino ¿Cuál es la postura del creyente ante cualquier tipo de festividad?

El creyente que ha sido regenerado en Cristo ha de entender que los días tienen  significado para algunos y para otros son iguales (Romanos 14:5), y sin embargo, nuestros días en esta tierra son como la hierba del campo (Salmo 103:15).

Entre unos días y otros, la preeminencia mayor debe ser siempre el amor, ya que éste es lo único que hace que tenga sentido  la vida cristiana (1 Corintios 13:1-3).

De nada nos sirve actuar de manera jactanciosa sobre el conocimiento del origen pagano de la navidad, si ésto no motiva a amar a quienes no lo saben o desean ignorarlo para  estar con sus familias en estas fechas.

El problema de muchos de nosotros es que condenamos lo que ya está condenado, el mundo y el pecado ya está condenado; no hemos sido puestos para condenación, sino para anunciar a Cristo crucificado por nuestros pecados, y el nacimiento de Cristo es una celebración digna de recordar, a pesar de que no haya sido un 25 de Diciembre, lo importante es que vino a este mundo a cumplir con el mandamiento del Padre.

De manera que si algunos queremos hacer caso al conocimiento acerca del origen de la navidad y deseamos no festejar, somos libres en Cristo para no celebrarla; pero eso no nos da ningún derecho a menospreciar a quien si quiere hacerlo, y si deseamos festejarla, sabiendo la libertad en Cristo; somos libres para hacerlo, sin hacer a un lado a quienes no lo festejamos.

Deseo aclarar que nosotros (en la Iglesia Cristiana Dios con Nosotros), no festejamos la navidad, pero si celebramos el nacimiento de Cristo, no prohibimos que lo celebren pero tampoco lo promovemos.

Promovemos el amor en Cristo, la unidad en la familia, promovemos el anunciar el evangelio a nuestros seres amados, promovemos que si nos invitan a cenar, a comer o a desayunar; lo hagamos para anunciar el evangelio de Aquél que vino a este mundo a Salvarnos del pecado.

Promovemos el respeto entre los amados de Cristo, a quienes Él rescató con amor por su sangre; no importa si celebran o no la navidad, si son comprados por la Preciosa Sangre de Cristo, son mis hermanos y no somos diferentes, sino miembros del mismo cuerpo.

Bendiciones.