La Cuaresma es el tiempo litúrgico del calendario actual, donde se hacen preparativos espirituales de la fiesta de la Pascua. Se trata de 40 días de purificación e iluminación interna, celebrado en las Iglesias católicas, copta, ortodoxa, anglicana, incluyendo algunas evangélicas aunque con inicios y duraciones distintas.
Estas fiestas tienen un comienzo el Miércoles de Ceniza y termina con la celebración del Domingo de Ramos.
La Cuaresma tiene cinco domingos más el Domingo de Ramos (seis en total), en cuyas lecturas los temas de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón son dominantes. Es, por excelencia, el tiempo de conversión y penitencia del año litúrgico. Por eso, en la misa católica no se canta el Gloria en los ritos iniciales (excepto el jueves santo, en la misa de la cena del Señor, con el que inicia la Pascua o en fiestas y solemnidades: La solemnidad de San José siempre cae en Cuaresma), ni el Aleluya antes del evangelio.
El color litúrgico asociado a este período es el morado, asociado a la penitencia y el sacrificio, a excepción del cuarto domingo que se usa el rosa, mezcla de morado y blanco. El Domingo de Ramos, llamado Domingo de la Pasión se usa el color rojo por ser ya la celebración en día de precepto de la Pasión de Cristo.
La práctica de la Cuaresma data del siglo IV, cuando se da la tendencia para constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con el ejercicio del ayuno y de la abstinencia de ingesta de carne. Conservada con bastante vigor —al menos en un principio— en las iglesias de Oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma se aligeró en Occidente, aunque debe observarse un espíritu penitencial, de conversión y de oración.
(Tomado de Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Cuaresma)
Los cristianos evangélicos o protestantes sabemos que el tiempo que nuestro Señor estuvo en la tierra vivió un tiempo de humillación y preparación para su muerte y sacrificio, así que vivimos pendientes de ese sacrificio y solo dependientes de Él
(En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
(Hebreos 10:10-14 RV1960)
Bendiciones.
Eliseo Tapia Miguel.
Pastor General